Los dioses olímpicos, los dioses griegos más poderosos

Los Doce Olímpicos eran las diosas y dioses griegos de mayor importancia en la mitología grecorromana.

Los Doce olímpicos.

Los Doce Olímpicos eran las diosas y dioses griegos de mayor importancia en la mitología grecorromana. Según las creencias de los griegos, y los romanos, estos dioses estaban entre los más poderosos y se denominaban Olímpicos debido al hecho de que estos se reunían en el Monte Olimpo, considerada como la montaña más alta de Grecia, para discutir sus asuntos.

Estos dioses y diosas fueron las figuras de culto más importantes tanto en la mitología griega como en la mitología romana. Incluso en épocas posteriores continuaron influenciando de manera clave el arte y la literatura. Conocer sus historias y características nos otorga una mayor riqueza cultural, y nos ayuda a comprender en mayor profundidad infinidad de obras artísticas y literarias del legado cultural de Occidente.

Equivalencias entre los dioses griegos y los romanos

Los romanos adoptaron prácticamente todo el panteón de dioses griegos, sobre todo veneraron intensamente a las Diosas y Dioses Olímpicos. No obstante, si bien respetaron en gran medida el grueso del canon de la mitología helénica, un detalle en particular que debemos remarcar es que los romanos renombraron a todos los dioses griegos y les dieron nombres más afines a la lengua latina. No obstante, las historias, orígenes y creencias sobre los mismos permanecieron relativamente iguales.

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Los dioses

Nota: el siguiente artículo es sobre los dioses olímpicos, para ver el artículo sobre los diosas olímpicas siga el siguiente enlace.

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Apolo, el dios del sol, la luz, la medicina y la profecía

Estatua de Apolo
Estatua de Apolo, mostrándolo con su rostro sin barba y cuerpo atlético.

Apolo fue uno de los dioses más importantes tanto para los griegos como para los romanos, y su culto fue tal que, en efecto, este fue una de las pocas deidades griegas que se transfirió completamente de Grecia a Roma al punto que los romanos mantuvieron intacto el nombre griego. Las diferencias eran menores, mientras que para los griegos era más importante su rol como dios de la luz, para los romanos era más importante su rol como dios de la medicina y la plaga.

Apolo era el dios del sol, la luz, la música y la profecía. Entre sus otras responsabilidades también se encontraban la música, la medicina, la poesía (a veces compartido con Hermes), la arquearía, la plaga, el arte, los oráculos y el conocimiento. Vemos que al igual que con Atenea, Apolo tenía tal importancia tanto entre los griegos como en los romanos que se le otorgaron un sin fin de responsabilidades sobre las cuales debía presidir.

Si bien Apolo era el dios de la medicina, y su hijo Asclepio era la representación de la misma, al igual que con muchos otros dioses griegos este representaba los buenos aspectos así también como los malos, por lo que Apolo podía también representar las enfermedades y las plagas. Por ejemplo, en La Ilíada, Apolo infecta el campamento de los griegos con una peste para así ayudar a los troyanos. También asistió a Paris para que este pueda matar a Aquiles.

Apolo era el hijo de Zeus y la titan Leto y su hermana melliza era Artemisa. Ambos nacieron en la isla de Delos y se caracterizaba por tener un cuerpo privilegiado, atlético y extremadamente bello.

Apolo poseía una lira dorada la cual sabía tocar con aptitud celestial, haciendo salir de esta las más bellas melodías. En las varias reuniones en el Olimpo, Apolo acompañaba a las Musas tocando la kithara. Un detalle curioso es el que Apolo era visto como un purificador, por lo que muchas personas que habían cometido crímenes considerados como alevosos por los griegos, como el parricidio y el fratricidio, buscaban su limpieza espiritual en el mismo.

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Ares, el dios de la guerra

Ares era el dios de la guerra por excelencia. Conocido bajo el nombre de Marte por los romanos, este belicoso dios, a diferencia de la diosa Atenea que representaba la guerra justa y noble, representaba el aspecto violento y atroz de la guerra. Es decir, la agresión física y violenta que era necesaria para ganar una guerra.

Estatua de Ares.
Estatua de Ares hallada en la Villa Adriana.

Si bien los romanos también consideraban a Marte como el dios de la guerra, el hecho de que Marte era considerado como uno de los padres del pueblo romano, hacia que estos consideren a Ares como menos violento y más estratégico en su accionar. Curiosamente, a pesar de su violencia, durante la guerra de Troya en La Ilíada Ares se une al bando de los troyanos, la diosa Atenea durante la batalla guía una de las flechas disparadas por uno de los mortales logrando herirlo. En un acto inédito Ares abandona la batalla y vuelve al Olímpo a quejarse ante Zeus.

Su actitud salvaje y desmedida en batalla llevó a que varios de los otros dioses sientan un cierto nivel de rencor y recelo hacia este. Una de las principales características de Ares fue su fogoso romance con la diosa más deseada y bella de todas, Afrodita. Diosa que estaba casada por obligación de Zeus con otro dios, Hefesto. Este romance llevaría a que Hefesto, dios creador de máquinas y artefactos, cree un dispositivo para atrapar a ambos dioses mientras ambos estaban desnudos en la cama de la diosa. Por supuesto, esto causó un revuelo de grandes dimensiones en el Olimpo. De la relación entre Ares y Afrodita nacieron varias deidades de importancia, como Eros, el dios del amor y Harmonía.

Según Homero, los padres de Ares, es decir Hera y Zeus, tenían a este belicoso dios en baja estima debido a su actitud salvaje. Muy a diferencia de Apolo quien era el hijo pródigo de ambos. Ares por su parte tuvo muchos hijos, entre las que se destacaban las guerreras amazonas.

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Dionisio, el dios del vino

Dionisio, conocido como Baco por los romanos, es una de las figuras más interesantes de la mitología grecorromana. Este singular dios presidía sobre el vino y la cosecha de la vid, y era junto a la diosa Deméter una de las dos autoridades más importantes relacionadas a la tierra y el cultivo.

Si bien Dionisio presidia sobre la viticultura y el cultivo y la recolección de la vid, una de sus características más interesantes es que este también presidía sobre el teatro, el éxtasis religioso y la locura ritual.

Estatua de Dionisio con una corona.
Estatua de Dionisio con una corona hecha con uvas y flores de la vid. Estatua romana de Baco del siglo II.

Dionisio fue el último dios en entrar al Olimpo, por esta razón en oportunidades se le considera como parte del mismo y en otras oportunidades de se le considera como fuera del Olimpo, y su lugar es ocupado por la diosa Hestia. Otro detalle de Dionisio es que este, al ser el hijo de Zeus y Sémele, una mujer mortal, no era en ocasiones considerado como un dios propiamente dicho, y era relegado al estatus de semidiós o de héroe.

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Efesto, el dios del fuego

Detalle de la estatua Hefesto en su fragua.
Hefesto en su fragua, por Guillaume Coustou. s. XVIII.

Hefesto, denominado Vulcano por los romanos, era el dios del fuego y el trabajo del metal, la mampostería de piedra, las fraguas y la escultura. Era el dios creador de los griegos y los romanos, capaz de construir desde bellas esculturas hasta los más intrincados mecanismos y dispositivos. No obstante, su principal característica era su talento para crear todo tipo de armas para los demás dioses del Olimpo.

Al igual que muchos otros olímpicos, Hefesto era el hijo de Zeus y de Hera. No obstante, Hefesto tenía una característica llamativa. Era un dios feo, en muchas versiones presentaba deformidades, de carácter huraño y rara vez visto como un rival o una amenaza por los otros dioses. Una de sus mayores características fue su matrimonio arreglado con Afrodita, la hermosa diosa del amor. Zeus obligo a esta a contraer matrimonio con el feo dios de la fragua para evitar una guerra entre los demás dioses, quienes la pretendían. La relación entre Hefesto y Afrodita estuvo signada por los engaños amorosos de Afrodita, sobre todo su intenso romance con Ares, de esta y la obsesión del dios del fuego y la fragua por intentar evitar y descubrir los engaños de su esposa.

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Hermes, el dios mensajero

Hermes, llamado Mercurio por los romanos, era el dios del comercio, los deportes, los atletas, los ladrones, los viajeros, el cruce de fronteras y el guía al inframundo. Luego de Dionisio era el segundo olímpico más joven, y uno de sus detalles más interesantes fue el sincretismo a su alrededor.

Su padre fue Zeus, el rey de los dioses, y Maia su madre fue la hija del Titan Atlas y una de las siete Pleiades. Debido a su sagacidad y su rapidez mental Hermes se convirtió en el dios patrono de la oratoria y los oradores, la literatura y los poetas, los pastores, la invención, el comercio, y los ladrones.

Debido a su rol de viajero y dios de la cruza de fronteras y su habilidad para moverse entre los mundos mortales y divinos, era el dios encargado de transportar a los muertos al inframundo. A sí mismo, era visto como una deidad que podía interceder entre los asuntos de los humanos y los dioses, enlazando a ambos mundos a manera de embajador y mensajero.

Detalle de una estaua de Hermes.
Copia romana en mármol de una estatua griega de Hermes en bronce. Notamos los dos orificios en su cabeza, los mismos añadían dos alas a la cabeza del dios las cuales se han perdido en el tiempo.

Curiosamente, Hermes era otra de las deidades amistosas con los seres humanos, como era el caso de Dionisio, Hefesto y en cierta medida la sabia diosa Atenea. En efecto, en varios de los mitos podemos ver a este inteligente y sagaz dios realizar todo tipo de bromas contra los otros dioses y en beneficio de los seres humanos.

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Poseidón, el dios del mar

Poseidón, denominado Neptuno por los romanos, era el dios que presidía tanto sobre el mar como sobre por las tormentas, los terremotos y los caballos. Dios de la primera generación de los olímpicos, es decir uno de los hijos de Crono y Rea, y su personalidad era una representación alegórica a cómo los griegos veían a la mar y las tormentas. Poseidón tenía el peor temperamento entre todos los dioses, era avaro y tacaño y extremadamente vengativo.

Su mal carácter obviamente representaba la furia incesante e imparable de las destructivas tormentas, mientras que su avaricia extrema era una representación del apetito voraz e insaciable del mar, el cual todo traga y lo consume en sus profundidades. Su carácter vengativo también estaba relacionado al comportamiento de los mares, mares que muchas veces, y sobre todo en la antigua Grecia, no perdonaban las vidas de los pescadores y marineros.

Fotografía de una estatua de Poseidón.
Detalle de la estatua de Poseidón dominando las olas.

Si bien en la versión más popular del mito de los olímpicos Poseidón fue tragado por su padre Crono junto a sus otros hermanos con la excepción de Zeus, quien luego liberaría a sus hermanos del vientre de su cruel padre, en versiones menores del mito Rea logra esconder a Poseidón entre un rebaño de ovejas, salvando así al infante dios de la ira de su padre.

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Zeus, el rey de los dioses

Zeus sosteniendo a Nike.
Zeus sosteniendo a Nike, la personificación de la victoria.

Zeus, denominado Júpiter por los romanos, era el más poderoso de todas las deidades grecorromanas, a tal punto que el mismo era considerado unánimemente como «El padre de los dioses y de los hombres». Zeus fue el último en nacer de los hijos de los titanes Crono y Rea, por lo que logró salvarse de la ira de su paranoico padre, quien decidió devorar a sus hijos al creer que estos terminarían derrotándolo y ocupando su puesto en el futuro (profecía que, irónicamente, se terminó autocumpliendo a causa de la reacción de Crono ante dicha profecía).

Afligida al ver cómo cada uno de sus hijos era inevitablemente devorado sin excepción, Rea logró salvar a Zeus de su voraz padre con la asistencia de Gea. Para esto, Rea dio a luz en la isla de Creta, y cuando Crono vino a reclamar a su victima esta le ofreció una roca envuelta en pañales en su lugar. La infancia de Zeus varía de autor en autor. Según Higinio fue criado por la ninfa Amaltea, y para ocultar a la joven deidad de su padre esta colgó al infante de una cuerda amarrada a un árbol, ya que su padre gobernaba sobre la tierra, los cielos y el mar. Al estar colgado, entonces, su padre no podía verlo. Según Apolodoro, el futuro rey de los dioses fue criado por una cabra, también llamada Amaltea, en una caverna en el monte Ida. Cuando el niño comenzaba a llorar, un grupo de soldados denominados Coribantes gritaban y golpeaban sus lanzas contra sus escudos para que así su padre no pueda escuchar los sollozos.

Al volverse un hombre, Zeus confrontó a su padre, obligándolo a vomitarlos. Primero la piedra, y luego a cada uno de sus cinco hermanos, en orden reverso. En otros mitos Zeus corta el estómago de su padre y extrae a sus hermanos. No obstante, unánimemente todos los mitos ponen a Zeus como el liberador de sus hermanos, y el más poderoso de los olímpicos (salvo por un mito no tan popular en el cual Rea logra salvar también a Poseidón al nacer escondiéndolo entre un rebaño de ovejas). Además de sus hermanos Zeus también liberaría del Tártaro a los hecatónquiros y a los cíclopes.

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Menciones especiales

Hades, el dios del inframundo

Si bien Hades era el señor del inframundo así como también uno de los dioses de la primera generación y el hermano de Zeus y Hera, mientras que además presidía sobre el destino de los muertos, y era uno de los dioses más ricos (al controlar todo lo que estaba bajo tierra era dueño de los minerales y metales preciosos), Hades, no obstante, no era considerado como uno de los Doce Olímpicos.

Detalle del busto de Hades.
Busto de Hades, en su representación como Plutón el rico.

La razón por la cual Hades no era un Olímpico radica en el hecho de que este reinaba sobre el inframundo, y raras veces abandonaba sus dominios subterráneos. Por lo tanto este casi nunca asistía a las reuniones en el Monte Olimpo, y por ende no podía ser considerado como un Olímpico.

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