Durante la Monarquía romana los romanos utilizaban un calendario lunar de 304 días y 10 meses. El rey Numa Pompilio reforma este calendario a 12 meses y 355 días.
A lo largo de su historia los romanos tuvieron semanas de ocho días basadas en la semana etrusca y semanas de siete días. Constantino impondría la semana de siete días.